jueves, 25 de marzo de 2010

he sido paciente, he esperado con perseverancia ciega y certera , he rezado constantemente, sin un día de descanso desde el 18 de octubre del año antepasado, he intentando todos los posibles planes para que resulte, para que deje de querer que resulte. He besado a hombres pensando en su boca, he buscado respuestas de mi misma, he pasado a rezar, he urdido planes, he mentido descaradamente, he me negado a la posibilidad de encontrarlo, he prometido y jurado en falso, he recordado cada detalle de su cuello y su oreja derecha, me he autocomentado anécdotas diariamente llenas de detalles hermosamente inutiles. Me he enfermado de pena por no contar con sus ojos, me he querido sacar el corazón y el orgullo por no tener las agallas suficientes para encontrarlo con la dignidad que esto se merece, me he mejorado de la inseguridad que me corroía, he pensado en otros antes que en él para su cumpleaños, me he creído enamorada y confundida, he dejado el pan y me he comenzado a levantar temprano para hacer deporte. Me he convencido de tantas cosas en la que no estoy de acuerdo, he recordado la última vez que te vi con una nostalgia enfermiza, con una obsesión científica, con la desolación de la aparente irreversibilidad. Me he caído de guata en este año y medio esperándote y he logrado levantarme y seguir, caminar de nuevo con la pena y las esperanzas medias agonizantes, pero en días como hoy, simplemente te echo demasiado de menos y no sé qué cresta hacer.

viernes, 19 de marzo de 2010

Hace tiempo que no escribo y hace tiempo , tanto tiempo, que confundo la v con la b en palabras super sencillas como baca o voa. Dije escribido y suspiré en público. Acaso, ¿me juzgarán por eso?
Más que alegar por el juicio, alego por todas esas razones (que te llevan a hacer eso) y esas justificaciones que son excusas de vacíos en los otros y verguenzas en uno (aunque también sean vacíos). El asunto es que olvidé el inglés, el otro día no pude ni contestar bien el teléfono, me puse a tartamudear como si no tuviera cosas que decir, como si preguntar por el tiempo o por las compras en el mercado no fueran cosas las cosas ordinarias que son. El asunto es que esperar es una cosa buena cuando tienes un hombre que te va a esperar con una taza de té en la entrada de tu casa y no te va a confundir con palabras ni canciones, con verdades ni con manos ciegas. No es que lo quiera ahora, y no es que me de miedo a tenerlo y perderlo, es sólo pensar que puede que nunca te pase en la vida y va a haber una parte de lo que significa ser humano que no voy a conocer. Pero , es que acaso ¿ todo el mundo conoce todo el mundo? No. Nadie conoce cada rincón de la tierra. Hay gente que se muere sin conocer el mar, o la torre Eiffel o el Kilimanyaro o el muro de Berlín o las cataratas de Iguazú. Sin embargo, todos pueden reconocer su tierra, y eso, es en el fondo lo que uno se pierde cuando nadie te espera con una taza de té. No poder conocer una parte de ti a través de otro.