Como sigo pensando insistentemente en el amor, he ideado al menos tres versiones que pueden explicarlo aunque sea un poco, desde la perpectiva de ....mmm..... como se quiera llamarlo.
Versión Como caca en el parabrisas
Vas en tu auto feliz de la vida por la carretera practicamente vacía. Velocidad promedio: 120 kilómetros por hora. El paisaje te acompaña, la música suena a un volumen perfecto, cantas con agrado tu última adquisicióm emepetrera. Con cielo absolutamente despejado, nada que haga presagiar que tu viaje pueda ser interrumpido. A lo lejos ves los animalitos en las granjas y cuando casi ya pierdes la concentración mirándolos, un ruido parecido al de un escupo chocando contra una pared te sorprende. Un pájaro te ha cagado el parabrisas. Aparece de la nada, y sin pedirte permiso, hace interceptar su caca con tu parabrisas. Incluso el juego de colores de sus cacas puede llamarte la atención e incluso gustarte (para los más bizarros)Sin embargo, al cabo de un rato te preguntas cuantas son las reales posibilidades de que un pájaro (después de cagarte el parabrisas pasa a ser pájaro ql) vuele en tal o cual dirección y sentido, qué es lo que ha comido y con qué tiempo lo ha hecho, y que además, que justo , pero JUSTO, cague en tu auto que va a la módica velocidad de gamba y 20.
Yo supongo que para que exista el amor tiene que pasar eso mismo: la coincidencia casi improbable de que la caca de un pájaro choque con un parabrisas en una carretera. Eso explica la gran cantidad de autos que tienen el parabrisas cagado e, inevitablemente, la proliferación del día de San Valentín.