domingo, 24 de mayo de 2009

"Me acuerdo que ese día no podía creer lo que estaba pasando. Me acuerdo que me probé ropa, que di vueltas mi closet. Que me lave, sequé y alisé el pelo en menos de 1 hora. Que ese día esta medio nublado, que estaba urgida por llegar atrasada, por estar cagada de frío, porque se dieran cuenta que estaba mintiendo. Que estuve toda la mañana pensando en qué hacer, aun sabiendo lo que iba a hacer. Que mi decisión era irrevocable. Que me pinté. Que mi papá me dijo, como nunca, que me veía bien. Que no sabía como irme, que estaba preocupada porque la micro no pasaba: que se demoró como 45 minutos en pasar y que parece que me senté en un asiento al lado izquierdo. Que recorrí ese metro tratando de pintarlo de recuerdos nuevos, mejores, con nervios y con una sonrisa tan grande por sentir, pensar que había ganado, pensando que ya nunca más pasaría pensado en una pata y un corazón quebrado. Que no me lo habían petrificado pa siempre. Me acuerdo que ese día estaba súper zen-histérica-pero-zen. Que antes de irme pasé a la casa de mi vecina. Me acuerdo que llevé el bolsito de jeans, con todo lo necesario: cel, plata, pase, brillo y llaves. Ah! Y parches curita. Me acuerdo que me subí al metro y que hice el transbordo, uno que me costaba porque no estaba señalizado. Que igual pensaba en mi cojo, en todo lo que la cagué. Que miraba pa afuera. Que les había preguntado, a cada una de mis amigas, qué era lo que tenía que hacer. Y todas, al únisono, me habían respondido que por una vez en mi vida, dejara de lado mi iniciativa. Que había un sol que se colaba entre las nubes y alumbraba los edificios de la ciudad. Pensaba en qué estaba yo haciendo ahí. Me acuerdo que era un metro viejo. Que estaba nerviosa, que movía la pata de un lado para el otro, que tenía la boca seca, que creo que había comprado halls. Que creo que todavía anda dando vueltas el envoltorio de esos halls por mi casa. Que iba parada. Que tenía tanto miedo que me repetí más de un par de veces que todo iba a salir con una convicción de la mierda. Con una convicción que jamás había tenido. Que salí del metro. Que miré para todos lados. Que llamé por teléfono. Que caminé y caminé hasta que distinguí esa figura".


La llama del amor, Corín Tellado
Madrid 1985. Editorial Alfaguara.