Es que me da de repente ese síndrome medio amiga-azul-de-Nemo y no me acuerdo de las cosas que debiera porque soy distraída y porque a veces no le pongo mucho esfuezo a dejar de serlo. Generalmente me pasa que no sé si pensé o dije lo que pensé.
Es que de repente confundo las cosas que nos dijimos y no me acuerdo si lo dijiste tú o fui yo o si fuimos los dos pensando lo mismo al mismo tiempo (claro, después de eso siempre venía un ataque de risa, pero eso no cuenta, no a la hora de hablar de la memoria).
El caso es que me venía preguntando si cuando te dije que me gustaban tus manos, te dije que me gustaba más tu pelo o que cuando te hablé de tu pelo mencioné que me fascinaban tus ojos (porque hay que decirlo, tenías dos ojos) o que incluso cuando te dije lo de tus ojos, hice alguna alución a cuanto más me encantaba tu boca. Y aunque haciendo un recuento, tu boca no me gustaba tanto si lo comparamos con esos besos dulces que me regalabas.
El asunto es que cuando me empecé a preguntar por eso con mi inexacta memoria, llegué a la conclusión que nunca te dije ninguna de las cosas, porque no pude contextualizar ninguna de las frases.
Y que este recuerdo parasitario merece, por lo menos, que algún día te enteres de todo eso.