El otro día, mientras almorzábamos con mi familia, mi mamá dijo algo así como que "los jóvenes lo quieren todo, y eso es porque no tienen nada".
Realmente creo que se refería a cosas materiales.Sin embargo me quedó dando vueltas eso de quererlo todo, de lo que implica. Quererlo todo es asumir que nada de lo que tienes está bien, que quieres cambiarlo sin siquiera una reflexión de por medio, que lo que tienes es no suficiente, que incluso no puedes distinguir entre el resto de las cosas que no tienes cosas peores a las que hay. Es como pasearse con el carro de supermercado lleno de cosas y con 5 lukas en el bolsillo: es bonito tener la ilusión de comprar la cantidad infinita de porquerías pero finalmente tendrás que llegar a la caja y elegir qué es lo que necesitas y si te alcanza la plata.
Quererlo todo es ahogarse en la decisión, en la elección, en el filtro. En escucharse y conocerse, saber qué es lo mejor para cada uno. Arriesgarse a sufrir, ser feliz, estar en paz, celebrar, desesperar, esperar, a ilusionarse, a decepcionarse.
Yo ya no lo quiero todo. Yo quiero estar viva de verdad y jugar a la pinta como el otro día, caminar por la playa, dejar de tener miedo, que llegue la primavera en mi corazón y que mañana, la marraqueta sea más rica.