sábado, 25 de octubre de 2008

Estaba sentada en el casa e ideas. Sentada en una cama dura, rosada , al frente del mesón donde envuelven los regalos. Mi hermana frente al mesón. De repente una niña con síndrome de Down entra. Se pasea frente a mi y sin percatarse, se le cae el papel que tiene en la mano. El papel dice un número , que te da el orden en que te atenderán. El papel cayó entre los pies de una señora que no tenía ni intenciones de moverse, asi que me paré y metí mi pata en el espacio para mover el papel y sacarlo. Me acerqué a la niña y se lo entregué. Me dió las gracias y me dijo que eso era lo que andaba buscando. Cuando me fui a sentar de nuevo, llegaron sus amigos, también con síndrome de down. Uno de ellos le preguntó que para quien era el regalo. Ella le respondió que era para su mamá. El mismo amigo le pregunta si está de cumpleaños o algo así. Ella lo mira y le dice que no, que le compra el regalo porque ve que su mamá se esfuerza y se sacrifica tanto por ella , que cree que se lo merece, que es lo mínimo que puede hacer.

He escrito varias reflexiones que terminé borrando para este pedazo de post. Más que nada quisiera decir que me sentí tan profundamente imbécil frente a la situación y que no pude guardar mi emoción. Que hasta ahora me convulciona y que no sé que más decir que wn, estamos tan equivocados.
Se muere para vivir. Se vive para morir. Se revienta cada globo de sensación. Comprendes que no hay nada que comprender. Te acuerdas de cosas, de tantas cosas. Miras al cielo buscando una explicación que te separe de lo que huyes. Cuando no puedes mandarte a la mierda. Cuando no puedes mandar el mundo a la mierda y sólo queda hacerte cargo él.