Ya sé que soy un pony rosado con un corazón en el poto, pero no te puedes ir sin saber esto; pensé demasiado cuales serían las palabras exactas.
Porque dices ver en mi cosas que ni yo veo.
Porque en ti veo cosas que nadie ve. Porque todo te va a salir bien.
Y porque conoces demasiado bien las palabras que jamás te voy a decir.
Mucho éxito en tu vida, fue realmente un gusto conocerte, y una lástima no haberte conocido más.
Fran
p.d.: nunca viste arnold, imbécil?
martes, 21 de septiembre de 2010
lunes, 20 de septiembre de 2010
estoy creciendo: lo noto, lo siento, lo veo. y sin estar asustada intento poner el freno en mi. un freno que me recuerde que que hay que tener fuerza pero hay que ser prudente. que hay que creer en uno sin ser soberbio ni ridículo. usando el olfato, seguir el instinto. y a veces el cariño que siento choca con una verdad que irrenunciablemente tengo que ver y que no veía por cobarde o por inmadura (si es que acaso ambas cosas no son lo mismo)
y quiero vivir de verdad. estoy decidida a eso.
y quiero vivir de verdad. estoy decidida a eso.
martes, 7 de septiembre de 2010
y cuando estaba empapada en llanto, llegaste con tus pesadeces y tus ojos celestes a consolarme.
te sentaste a verme llorar como una cabra chica, mientras me tapaba por el saco de dormir. De pena y de amor te pedí que te quedaras y en un huequito de mi cama, con las dudas y el miedo nos quedamos dormidos, asumiendo reglas que nadie había hablado. La mañana llegó a saltos y en horas infinitas jugamos a que la inocencia de esas manos era verídica. Pero mi orgullo, ya debilitado sólo por el hecho de estar ahí, me obligaba a huir del olor a humo que brotaba de su pelo. Yo anoche lo había visto hacer lo mismo con otra mujer, no me iba a engañar dos veces. Y cuando ya estaba a un centímetro de su cuello, respirando sobre sus hombros y sus trancas, cuando él creía ganada la batalla, me levanté con el mar en las rodillas y la certeza absoluta de que lo esquivaría cuanto pudiera. Que más que recorrer mi espalda con sus manos, no tendría el privilegio de robarme un beso ni tomar mi corazón y tirarlo al viento como lo hace con todo lo que pasa por sus manos.
te sentaste a verme llorar como una cabra chica, mientras me tapaba por el saco de dormir. De pena y de amor te pedí que te quedaras y en un huequito de mi cama, con las dudas y el miedo nos quedamos dormidos, asumiendo reglas que nadie había hablado. La mañana llegó a saltos y en horas infinitas jugamos a que la inocencia de esas manos era verídica. Pero mi orgullo, ya debilitado sólo por el hecho de estar ahí, me obligaba a huir del olor a humo que brotaba de su pelo. Yo anoche lo había visto hacer lo mismo con otra mujer, no me iba a engañar dos veces. Y cuando ya estaba a un centímetro de su cuello, respirando sobre sus hombros y sus trancas, cuando él creía ganada la batalla, me levanté con el mar en las rodillas y la certeza absoluta de que lo esquivaría cuanto pudiera. Que más que recorrer mi espalda con sus manos, no tendría el privilegio de robarme un beso ni tomar mi corazón y tirarlo al viento como lo hace con todo lo que pasa por sus manos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)